Estoy convencida de que somos capaces de ver el vaso medio lleno,
aunque quizá necesitemos entrenamiento psicológico. Hacerlo nos ayudará a
cuidar nuestra salud mental y también a mejorar en procesos terapéuticos.
Como menciono en mi libro Ana y Mía no quieren ser princesas. La cara oculta de los trastornos alimentarios, algunas personas que sufren trastornos alimentarios (TCA) adolecen de pesimismo a la hora de enfrentarse a las eventualidades de la vida, incertidumbres, problemas... La actitud optimista se considera un factor de protección contra las enfermedades, tanto mentales como físicas. Por ello, de alguna manera, no desarrollar el optimismo es un factor de vulnerabilidad para padecer un TCA. Esta capacidad no implica una utopía ni una negación de los problemas, como tampoco tiene que ver con no poder experimentar diferentes emociones como tristeza o frustración. Es aprender a centrarse en fomentar una actitud positiva. Es decir, desarrollar la confianza en nuestras capacidades y puntos fuertes para poder superar los problemas y eventualidades de la vida.
Tradicionalmente, la psicología se ha centrado
exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano,
llegando a identificar y casi confundir psicología con psicopatología y
psicoterapia. Esta perspectiva
reduccionista ha convertido la psicología en una «ciencia de la victimología» (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). Además, históricamente, la psicología ha
concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que tan solo reacciona ante los estímulos
del ambiente.
A finales del siglo pasado, el psicólogo Martin Seligman, con el
apoyo de investigadores de la talla de Mihaly Csikszentmihalyi (conocido en
España por su libro Aprender a fluir) creó la Psicología Positiva. Este
enfoque psicológico se centra en el análisis de los aspectos y las fortalezas
humanas, con el fin de desarrollar una actitud positiva que ayude a afrontar
los sucesos del día a día. Esa actitud sirve para fomentar aspectos positivos como la alegría, la felicidad, el amor... así como fortalezas humanas: optimismo, el sentido del humor, la
creatividad, la autorregulación, la
esperanza y la resiliencia.
La relación de variables
como el optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de
salud se alza como uno de los puntos clave de la investigación. El objetivo
sería aportar nuevos conocimientos acerca de la psique humana no sólo para
ayudar a resolver los problemas de salud mental, sino también para alcanzar
mejor calidad de vida y bienestar, todo ello sin apartarse nunca de la más
rigurosa metodología científica propia de toda ciencia de la salud.
Se ha hablado mucho de la
ansiedad y la depresión. Sin embargo, características como la alegría, el
optimismo, la creatividad, el humor, la ilusión... han sido ignoradas o explicadas
superficialmente. Las limitaciones de esta focalización en lo negativo comienzan a ser puestas en evidencia en los últimos años y en diferentes trastornos. Investigaciones
llevadas a cabo últimamente han comenzado
a desarrollar estrategias de intervención basadas en la estimulación del sujeto
deprimido con emociones positivas como alegría, ilusión, esperanza, etc.
El optimismo es, por tanto, uno de los puntos
centrales de la psicología positiva, al relacionar, por un lado, las
expectativas positivas y objetivos de
futuro y, por otro, variables como la perseverancia, el logro, la salud física
y el bienestar. El interés moderno por el optimismo
nace de la constatación del papel que el pesimismo juega en la depresión. Son ya muchos los estudios que muestran que el optimismo tiene valor
predictivo sobre la salud y el bienestar, además de actuar como modulador sobre
los eventos estresantes, paliando el sufrimiento y el malestar de aquellos que
lo padecen, o bien tienen estrés o enfermedades graves. El optimismo también puede
actuar como potenciador del bienestar y la salud en aquellas personas que, sin
presentar trastornos, quieren mejorar su calidad de vida. Se ha observado que los trastornos de la
conducta alimentaria (TCA) y la depresión
se encuentran relacionados, especialmente en las personas que padecen
bulimia.
En las últimas décadas el
sentido del humor y la risa se han
convertido en un importante objeto de estudio en la psicología positiva. La
investigación ha demostrado que la risa reduce el estrés y la ansiedad y mejora
la salud física y la calidad de vida,
debido a lo cual han proliferado terapias e intervenciones clínicas basadas en
ello. No lo dudemos: reírnos es una buena terapia.
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